Alrededor de los dos años puede comenzar el abandono progresivo del chupete, al punto de usarlo sólo para dormir. Debemos ser comprensivos y ofrecerle alternativas cuando el pequeño sienta inseguridad, ansiedad o miedo. El apoyo afectivo del papá y la mamá, o el abrazo a un muñeco de peluche pueden ser algunos sustitutos.
No se aconseja forzarlo a abandonar el chupete antes de que disponga de madurez suficiente, porque es probable que comience a chuparse el dedo. Colocar en éste productos amargos o guantes al niño es totalmente desaconsejable. Las peleas, las amenazas, los chantajes o el castigo son ineficaces y sólo conducen a minar su autoestima, y le generan displacer, introversión y timidez.