Puede que sea el resultado de una larga búsqueda o que simplemente la noticia llegó como una repentina sorpresa. Como sea, es el comienzo de un extraordinario viaje lleno de emociones y experiencias: estás embarazada. Durante los próximos nueve meses tu cuerpo experimentará grandes cambios mientras una nueva vida, un hermoso bebé, se desarrolla en tu vientre.
A lo largo de las primeras ocho semanas, tu hijo es un embrión y es recién al día 25° que su corazón comienza a latir. La magia de la naturaleza hace que aparezcan pequeños botoncitos que se convertirán en sus futuros brazos y piernas. El corazón y los pulmones empiezan a formarse; al igual que el tubo neural, el cual se convertirá en el cerebro y la médula espinal. Al final del primer mes el embrión medirá aproximadamente 9 milímetros y pesará 0,5 gramos.
LA FECUNDACIÓN MARCA EL INICIO DEL PRIMER MES DE EMBARAZO
Tras la fecundación del óvulo por el espermatozoide, las células empiezan a dividirse y a multiplicarse. El huevo llega al útero y se implanta en la cavidad uterina. El cigoto que se ha formado con la información genética de las células de los padres sigue multiplicándose hasta formar un embrión. Éste va adquiriendo poco a poco el aspecto de un disco. Se forma el tubo neuronal y comienza a apreciarse una extremidad abultada: la cabeza.
Las hormonas del embarazo segregadas por el cuerpo de la mujer ponen en marcha un complejo mecanismo que será el encargado de proporcionar al embrión todo lo necesario para que pueda desarrollarse dentro del útero materno. El suministro de alimento es una de las prioridades y, por este motivo, la placenta es uno de los primeros órganos que se forman gracias a la Gonadotropina Coriónica Humana (GCH).
EL CUERPO DE LA MADRE
El cuerpo de la futura mamá empieza a enviar señales de un posible embarazo. La sospecha se confirmará a través de un análisis de sangre o de un test de orina convencional que se vende en farmacias. El resultado será positivo si en ambas pruebas se detecta la existencia de la hormona GCH, la cual indica que un nuevo ser ha sido concebido.
En razón del cambio hormonal, podrás experimentar fatiga, náuseas y vómitos, un aumento del volumen de los pechos, más ganas de orinar (debido a que el aumento del útero ejerce presión sobre la vejiga), alguna incomodidad pélvica, y un exagerado sentido del olfato. La acción de las hormonas también provocará inestabilidades en tu lado emocional. Aunque estarás feliz por haber logrado ese milagro tan buscado, también podrás sentirte nerviosa, insegura y miedosa.
– Guía para el cuidado prenatal –
Antes de quedar embarazada, se recomienda complementar tu dieta con la vitamina B9 o ácido fólico para reducir el riesgo de los defectos congénitos del cerebro y de la médula espinal. Visitá a tu médico tan pronto como pienses que estás en la dulce espera, ya que las primeras ocho semanas son cruciales para el desarrollo de los órganos de tu bebé. Todo o casi todo lo que hagas repercutirá sobre su salud: tanto tu dieta alimentaria como tu estado emocional. Si fumás, lo más aconsejable es que dejés de hacerlo. En esta primera etapa, los ejercicios físicos traen muchos beneficios para la futura mamá, aunque siempre deben realizarse tras consultar al especialista.